Jesús, papá de Sol y Teo, nos guió en una aventura cultural llena de magia, tradición y diversión. Durante esta experiencia, no faltaron la música, los juegos y unos conjuros mágicos para espantar a las brujas, inspirados en antiguas leyendas gallegas.
Tuvimos la oportunidad de acicalar un caballo —es decir, cepillarlo y cuidarlo como hacían los caminantes en su travesía—, y también disfrutamos de una auténtica queimada, una bebida tradicional de Galicia elaborada con aguardiente, azúcar, cáscara de limón y granos de café, (una versión adaptada a los niños/as, naturalmente sin alcohol) que se enciende con fuego mientras se recita un hechizo protector.
Además, nos transformamos en viajeros del Camino de Santiago, recorriendo los senderos de nuestro jardín como si fueran las rutas milenarias que llevan a Compostela. A lo largo del recorrido, fuimos sellando nuestra credencial, ese pequeño cuaderno que acompaña a cada caminante y certifica las etapas completadas.
Fue una jornada enriquecedora que nos permitió descubrir una parte importante de la cultura gallega, a través del juego, la imaginación y el espíritu de quienes siguen los pasos de los antiguos caminantes hasta Santiago de Compostela.